17.1.12

25 de noviembre: *ninguna agresión sin respuesta*

¿Y vos quién te crees que sos?

Escupitajos de placer-reflexivos: ¿Y vos quién te crees que sos? me sigo preguntando cada vez que veo un cartel, ya sea del Estado-preventor o de las despampanantes organizaciones sociales y combativas de izquierda o feministas, que anuncian que las mujeres somos las más perfectas victimas de la violencia machista. Lo de "perfectas" no lo dicen, claro, pero es lo que se deduce lógicamente. Parecemos un paquete muy bien armado.

Confieso, que es las primera vez que veo nuevamente estos carteles anti-violencia y pro-víctimas, aquellos que no hace mucho tiempo levanté con mis propias manos, y de repente: me asusté! No puedo creer lo que estoy leyendo y no hago más que pensar que hoy, ahora, este cuerpo tan transitado no puede seguir sosteniendo más ese discurso así tal cual se nos presenta.

No! no dejamos de ser feministas.
todo lo contrario, tal vez sea esta una ¿nueva versión?
tal vez ¿menos tradicional?
¿menos obvia? ¿menos estanca?
tal vez.

No se trata de negar que somos víctimas del mundo heteropatriarcal en el que vivimos. 
No se trata de negar que existe, de hecho, un sistema que violenta, que nos mata, una por una.
No se trata de no visibilizar la violencia heterosexista.
No se trata de escaparnos de un lugar que muchas veces ocupamos.

Pero de lo que se sigue de perfectas es que somos intocables, lejanas, estamos paralizadas, impotentes y situadas en el umbral entre ser victimas o culpables: no cabe nada entre medio, es blando o negro, no podemos pensarnos desde nuestras propias experiencias cuando lo primero que hacemos es clausurarnos desde nuestros propios discursos.

"somos víctimas" nos autoproclamamos.
y allí quedamos.
y encima pedimos el cese de la violencia, desde aquel lugar tan preocupante. 

Del feminismo aprendimos que no sólo en las instituciones estatales (y sus buenas intenciones) dirigidas hacia las mujeres víctimas de violencia se esconden las más perversas lógicas de re-victimización hacia las mujeres, sino que éstas también existen en los discursos cotidianos, en nuestros propios discursos: sí! en el mío y en el tuyo, en los nuestros. Las tenemos profundamente internalizadas, y detectarlas requiere de un mínimo ejercicio de autocrítica, esa que en general nos asusta, como me pasó hoy, a mí misma.

El peor mensaje que le podemos dar a estos machotes es: "vengan, no ves que soy tu mejor víctima". Porque, les (y nos) recuerdo: "somos víctimas", eso somos cada vez que nos nombramos en contra de la violencia machista y nos lo recordamos a nosotras mismas hasta con carteles en las marchas, por todos lados, a cada instante. ¿Y así pretendemos erradicar la violencia machista?

Por eso nosotras preferimos corrernos de ese lugar a la hora de activar políticamente.
No vamos a legitimar más ese discurso letal para nosotras mismas.
Por eso, nos levantamos y decimos:


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